Dios es todopoderoso, y la oración de intercesión lo puede todo porque, unida a la intercesión perenne de Jesucristo a la derecha del Padre, toca el corazón de Dios en favor de las necesidades que le presentamos, según su gran misericordia.
Los hombres nos preocupamos de trabajar y tratar de resolver los problemas, pero muchos males no son evitados por falta de oración y muchas bendiciones se pierden por falta de oración. En un momento, el Señor puede hacer lo que para nosotros es imposible. El cristiano, desde la fe, está llamado a orar en el Espíritu, unido al corazón y la mente de Cristo, según su voluntad, en favor de la Iglesia y del mundo. La Comunidad Jerusalén trata de vivir esta misión como algo central, capacitados desde nuestra búsqueda de la santidad y nuestra permanencia a los pies del Señor en adoración.
Esta misión es mucho más acuciante cuando sabemos que tenemos enemigos espirituales y que «nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas» (Ef 6,12).
Algunos libros de la Comunidad Jerusalén sobre la oración y la intercesión: