Nuestro primer objetivo personal como verdaderos discípulos de Cristo es el crecimiento hacia la «madurez de la plenitud de Cristo» (Ef 4,13). Desde nuestra permanencia en Cristo, tratamos de vivir la adoración y la intercesión, la comunión fraterna y la evangelización. Que Dios sea glorificado y que se extienda su Reino, son nuestras metas.
Nuestro primer objetivo…
Queremos vivir con radicalidad el evangelio, como auténticos discípulos de Jesús. Por ello nos esforzamos en el combate cristiano contra el pecado y contra nuestros enemigos espirituales, intentando aprovechar los medios que la gracia de Dios y la Iglesia ponen a nuestro alcance para crecer.
La adoración y la intercesión…
Vivimos de forma central la adoración y la intercesión, personal y comunitariamente. Una y otra son imprescindibles e inseparables de todo lo demás que hacemos. Hemos entendido que la adoración es “el taller de la transformación” y que en ella el Señor nos transforma y capacita. Experimentamos lo que dijo el Maestro: “separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5).
La comunión fraterna…
Nos esforzamos en construir un ambiente cristiano donde poder vivir en unidad, apoyarnos y crecer todos, desde los niños hasta los ancianos. Para ello, compartimos la enseñanza, la Comunión, la fracción del pan y las oraciones (cf Hch 2,42), en distintos encuentros comunitarios y retiros que tenemos. Preparamos actividades y prestamos atención particular a los niños, los adolescentes, los jóvenes, los matrimonios, los solteros, etc.
La evangelización…
Tenemos una clara llamada a la evangelización. Para concretarla, realizamos cursillos, visitamos cárceles, distribuimos libros o folletos, producimos programas de radio, llevamos a cabo obras de teatro y conciertos, entre otras actividades con las que anunciamos el gozoso mensaje de Jesucristo. Pero, sobre todo, tratamos de ser sus testigos.
Que se extienda su Reino…
Nuestro deseo es hacer la voluntad de Dios y por ello no nos dedicamos a programar o preparar planes, sino a escuchar y buscar la dirección del Espíritu Santo, al que queremos ser fieles. Como tenemos una llamada a compartir lo que hemos recibido, guiamos encuentros y actividades con carácter evangelizador, guiamos adoraciones para extender la llamada a la adoración y la experiencia de la adoración, distribuimos libros de formación cristiana y de crecimiento espiritual, que son fruto de la riqueza de enseñanza que tenemos en la Comunidad, y oramos y tratamos de ayudar a aquellos que lo necesitan.